Extraños visitntes

jueves, 28 de octubre de 2010

La Oración del Ateo

Oye mi ruego, tú,
Dios que no existes y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas sin consuelo de engaño.
No resistes a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! ´
Eres tan grande que no eres sino Idea;
es muy angosta la realidad por mucho que se expande para abarcarte.
Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.

Miguel de Unamuno

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