No hay más arte vital que aquél que nos une
a los demás. Juan Sebastián Bach, en sus peores
horas de aislamiento, seguía unido al resto de la
humanidad por la fe religiosa, que expresaba en su
arte. Haendel y Mozart, por la fuerza de las
circunstancias, escribían para un público y no
para ellos solos. El propio Beethoven tuvo que
contar con la muchedumbre. Esto es saludable. Es
bueno que la humanidad le recuerde al genio:
"¿Qué hay para mi en tu arte? Si no hay nada, ¡vete!
Juan Cristóbal / Las Amigas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario